Testimonios

De mirada triste y amplia sonrisa, Kimberly de 9 años se sobrepone al trasplante de córnea que se le practicó y con el que ahora puede hacer una vida más normal como andar en bicicleta, ir sola a la escuela y ver la televisión. Desde el nacimiento la pequeña originaria del Estado de Chihuahua, tiene catarata congénita la cual la mantuvo por varios años casi en la oscuridad. A esto se sumaron constantes infecciones en los ojos producto de haber nacido y crecer casi en la tierra entre cerros y cuevas de piedra en Algarroba, Chihuahua. Su madre Bernardina Bojórquez al mes la llevó con un doctor de un pueblo cercano quien amablemente le dijo que la niña casi no veía, pero que si tenía oportunidad de pedir ayuda lo hiciera ya que esta enfermedad tenía remedio. Un día emigra a Los Mochis, Sinaloa a donde llega en ferrocarril con toda la familia y se establecen en la colonia Estrella en un pequeño cuarto de ladrillo, en donde sólo hay una cama, un colchón parado en una pared, una mesa de madera hecha rústicamente y una pequeña estufa vieja. Comienza a buscar ayuda, primero en el Hospital General en donde le dijeron que requería de un trasplante de córnea, pero que desafortunadamente no contaban con ese programa. Para ese entonces Kimberly entra a la escuela primaria Benito Juárez, en donde Paloma, la maestra de inglés habla con Bernardina sobre la Asociación ALE. “Cuando hablo con Don Carlos Castro y su esposa me dicen que me iban a ayudar, ¡A mí se me alegró el alma!” Luego de varios estudios, Kimberly llega a Culiacán para el trasplante un 21 de diciembre de 2007 y desde entonces puede ver mejor sobre todo en la escuela. Con el dinero producto de su esfuerzo por trabajar empacando alimentos en un supermercado, compró una bicicleta de medio uso con la cual cumple uno de sus sueños. Un año después de su primer trasplante, el 20 de marzo de 2009 Kimberly es trasplantada de su otro ojito, con el cual termina el proceso que inició un día con la ayuda de la Asociación ALE.